viernes, 28 de enero de 2011

LA IDEA DE UBICUIDAD

Imagine la ubicuidad. Ubicuidad, es decir, en todas partes, al mismo tiempo. Vamos, haga un esfuerzo. Imagine algo que pueda llenar cualquier punto del espacio constantemente. Está pensando en átomos, con un poco más de esfuerzo, en la partícula más elemental que conoce. No es suficiente. Bien, entre sus minúsculas partículas, ¿qué hay? ¿Vacío? Nos acercamos. Un paso más, venga. ¿Qué puede haber por todas partes, entre cualquier elemental pareja de partículas, sin apagarse en el tiempo? No, no, más abstracto. Está bien, allá va: fuerzas, leyes. Física. No me puede negar que la Física, sus reglas, lo llenan todo, aquí y más allá de lo que puede imaginar. No, no puede negarlo. Ya tiene la idea de ubicuidad. Ahora que lo ha imaginado, cambie el vocablo si quieres, relacione. Su Dios es ahora mi Física. Porque ha alcanzado conmigo esta visión de la ubicuidad, se la ha arrojado el recorrido de mi camino, y no se ha quejado. Pero no se desasosiegue tan pronto. Dios es más que eso. La Física es solo su sombra mortal. Lo entiende, ¿no?

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